Carnaval, Carnaval… Carnaval, te quiero… Pues un año más, ya estamos en los carnavales: no es una época que me haga mucha ilusión por no decir que no me hace ni pizca de gracia, pero hay que pasarla y yo lo haré de la mejor de las maneras: ¡haciendo y comiendo orejas! Este dulce tan clásico y propio de los carnavales me ha encantado desde que recuerdo haberlo probado. He tenido suerte y en mi casa nunca se han comprado, siempre he tomado las de mi abuela Flora y posteriormente las de mi madre. Me gustan muchíiiisimo pero dado que se trata de una fritura sólo las hago entre 2 y 3 veces al año, además así se echan más de menos y cuando se tienen en la cocina apetece más comerlas.
Esta receta pertenece al libro «La Cocina Gallega» de Álvaro Cunqueiro, con alguna pequeña modificación según gustos y experiencias. Personalmente echo menos anís porque a mi no me gusta mucho, pero cada uno… ¡a su gusto! Además os indico que finalmente me quedó una masa de 1kg por lo que la dividí en dos y una de ellas la congelé. Así en unos meses tendré para hacer unas cuantas más, ¡jejeje! Comenzamos:
- 2 huevos tamaño M
- 50 ml de anis ó 8ml de aroma de anís
- 550 gramos de harina
- una pizca de sal
- 100 gramos de manteca de vaca
- 120 gramos de azúcar
- 200ml de agua templada o leche
- ralladura de 1 limón
- aceite de girasol para freir
- azúcar glas para espolvorear
Calentamos un poco el agua o leche (dependiendo de lo que usemos), en mi caso agua, hasta que temple.
Derretimos en un cazo a fuego medio la manteca.
A continuación en un bol unimos el agua con la manteca, la sal, la ralladura del limón, el anís, el azúcar y los huevos.
Lo batimos hasta que nos quede una crema sin grumitos, y poco a poco vamos añadiendo la harina. Amasamos hasta que nos quede una masa manejable, suave y un poco grasa, y la dejamos reposar una hora. Si hacemos la masa de un día para otro, podemos meterla en la nevera envuelta en papel film.
Cogemos porciones del tamaño de una nuez y estiramos con el rodillo espolvoreándolo previamente con un poquito de harina para que no se nos pegue. En este paso será donde le daremos el grosor a nuestras orejas. A mi me gustan finitas, pero una vez más… es cuestión de gustos.
Freímos en aceite caliente (no hirviendo) y le vamos dando la forma que queramos. Vereis que ellas mismas van sacando como unos globitos, son automáticos, en unas aparecen más y en otras menos. Les damos la vuelta y sacamos del fuego. Para que os hagais una idea, mi cocina vitrocerámica tiene su máximo en el número 9 y las hice al 6 y medio.
Las dejamos encima de papel absorvente para retirarles el exceso de aceite, las posamos sobre nuestra fuente de presentación y las espolvoreamos con azúcar glas.
Trucos y consejos:En este tipo de recetas en las que nos piden usar azúcar glas para la masa, si quereis reducir gastos, podeis emplear el azúcar granulado de siempre pasado anteriormente por batidora. Así conseguís un azúcar casi casi glas que si bien para espolvorear no queda exactamente igual, en las masas no hay ninguna diferencia, y sí que la encontramos en nuestro bolsillito.
¿Manteca de vaca, de cerdo o mantequilla? Cuestión de gustos. Con las tres os van a quedar muy ricas, pero sí que es cierto que la manteca de cerdo tiene un sabor mucho más fuerte que la de vaca. El año pasado empleé mantequilla y claramente me quedo con la manteca de vaca.
También podeis cambiar la manteca de vaca por la mantequilla, pero os quedarán menos crujientes y se ablandarán antes.
Podeis sustituir el anís por aguardiente, creo que eso es más típico en la provincia de Ourense, os lo dejo a vuestro gusto.
La elección de leche frente a agua, lo único que os va a dar es más cremosidad. Yo las hice con agua y quedaron riquíiiiiiisimas.
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